Los medidores de grasa corporal y la edad física del paciente cada vez aparecen más en las boticas, sumándose así a equipos clásicos como básculas, tensiómetros o glucómetros.
La oficina farmacia tradicionalmente ha contado con una serie de aparataje que ha ayudado al farmacéutico a ofrecer una asistencia de calidad. Han resistido al paso del tiempo adaptándose a la nueva era pasando a una versión más digital, pero su función es la misma: ofrecer un valor añadido a la atención farmacéutica.
Los planteamientos pueden pasar por pensar que ocupan espacio y que requieren de una fuerte inversión, pero la realidad es que son necesarios y muy útiles en busca en un crecimiento y rentabilidad en la oficina de farmacia. Así lo defiende Juan Carlos Serra, especialista en la gestión de farmacias. ¿Quieres diferenciarte del resto? Esta es la pregunta de partida que pone sobre la mesa Serra para explicar que “este tipo de aparatos ayudan sobremanera a ofrecer una atención personalizada, de calidad y que va a ser diferencial”.
“Suelen parecer atenciones que en un primer momento no llevan a nada, pero con el tiempo esos clientes satisfechos volverán y en ese retorno es cuando tu oficina de farmacia comenzará a notar las ventajas de contar con servicios como la báscula, tomar la tensión, un analizador de piel y demás”, remarca Serra.
El equipamiento que no puede faltar en una farmacia
Juan Carlos Serra detalla qué aparatos deben estar en una oficina de farmacia para mejorar la calidad del servicio al usuario:
- Báscula. Un clásico de la farmacia que ha sobrevivido al paso del tiempo al digitalizarse. “Está muy bien tener una y que mida los valores clásicos de altura, peso y demás. No obstante, sería ideal que a eso pudiéramos añadir que un profesional farmacéutico midiera la cintura y calculara el índice de masa corporal (IMC) para determinar si tiene sobre peso y qué consejo farmacéutico podemos darle”, detalla Serra. En el mercado hay infinidad de modelos de básculas y sus precios oscilan entre los 300 y los 1.000 euros.
- Tensiómetro. Otro habitual en la oficina farmacia pero que tiene un rol destacado en el seguimiento y cuidado de la salud de los pacientes. “Es un plus poder tomar la tensión, hablar con el paciente, preguntar, entrevistar, escuchar… Va más allá de darle un papelito con los resultados”, defiende, mientras que pone de manifiesto que, en el debate de si cobrar o no estos servicios, apuesta por que tengan un coste. “Si hay que pagar una moneda para que te de los resultados a secas, imagina si además le sumas un consejo farmacéutico…”, agrega y aconseja al farmacéutico a no dejarse llevar por lo que hacen los otros. “Si en otros sitios no cobran, ellos sabrán, pero es un servicio profesional y tiene un coste”, insiste. En un paseo por el mercado se pueden encontrar los tensiómetros desde 30 euros a superar los 500 euros.
- Analizador de piel. En este caso la inversión es más elevada ya que puede rondar en equipos de alta gama los 3.000 euros. No obstante, es un claro ejemplo de inversión que ayuda a mejorar el servicio y que tiene retorno. “Hacemos análisis de la piel para ver si hay lesiones, manchas o tipo de piel y después a través del consejo profesional podemos guiar al paciente a los productos que más le convienen”, apostilla.
- Glucómetro. Es otro de los dispositivos esenciales en una farmacia, debido a que ayuda a controlar la salud de los pacientes que habitualmente pasan por la oficina de farmacia. Sus precios oscilan desde los 25 euros del más básico hasta llegar a superar los 250 euros.
- Analizador corporal. “Muchas farmacias están empezando a incorporarlo. Es ideal para medir la grasa corporal o la edad física real, entre otros parámetros”, detalla Serra. Los precios de este tipo de dispositivos están entre los 3.000 y los 6.000 euros.
A la hora de incorporar el aparataje más caro, Serra recuerda que hay opciones de financiación y existen beneficios fiscales para el farmacéutico que adquiere estos equipos. Hay dos opciones muy utilizadas en estos casos como son el leasing y el renting. En la primera opción se pagan las cuotas por un tiempo determinado y después se ofrece la posibilidad de comprar finalmente el equipo, mientras que en el renting se abonan cuotas durante un periodo, pero no hay opción de compra, sino que se cambiaría de modelo cuando finalice el contrato.
Tecnología y profesional farmacéuticos siempre han ido de la mano y ahora en la era digital no pueden romper un binomio que ha funcionado siempre tan bien.